(Pilar Romero Culma)
No traigo la tristeza de otro ser humano para contar, traigo el orgullo
de haber escuchado de uno de los mejores, lo grandiosa que es la Radio. Tiene
por edad la posición más famosa del Kamasutra, unos ojos melancólicos que se
cristalizan al decir que el mejor amigo que tuvo en la vida se llamó Henry Pava
Camelo, uno de los propietarios de la Cadena Radial más exitosa del país y a la
que con orgullo perteneció.
Trae en su cuerpo todo el sufrimiento de la edad y las complicaciones de
salud que no le han quitado el aliento sólo para permitirle ver con nostalgia
la vida desde una silla en la que se sienta a esperar día tras día un premio a
su agonía.
Don Hernán Barrera Díazgranados, con su voz aún intacta, toma el micrófono
para enseñarme que la función de la Radio es “culturizar”, que para hablar por
un micrófono se debe “aprender por lo menos, algo del idioma que hablamos”.
Citando al periodista y locutor deportivo, ya fallecido, Alberto Piedrahita
Pacheco: “Cuando haga uso de un micrófono, hágalo para lucirse, no para meter
las patas”, me cuenta que sus primeros pinitos los hizo a los 17 años, cuando
le empezaba a cambiar la voz; que trabajó en Radio Latina, emisora de María
Eugenia Rojas de Moreno, hija del General Rojas Pinilla.
Su llegada al mundo de la Radio, la buena Radio, se dio cuando conoció a
Henry Pava Camelo, hijo del senador Jaime Pava Navarro, quien por esa época ya
construía su imperio radial; curiosamente, dice él: “Lo que yo quería en la
vida era conocer, viajar y tratar personas, y lo hacía por medio de lo que
sabía hacer muy bien, las ventas. Vendía productos para la alegría”.
Le pregunté cuáles eran esos productos para la alegría, y con una gran
sonrisa me dijo: “Licores, cerveza y todo aquello que puede producir alegría”.
Con esa frase me vendió una licorera completa. Pude imaginármelo sin su
parálisis, en un buen traje, su voz grave creando esa necesidad de compra en
sus clientes y una gran risotada como señal de negocio hecho.
Trabajando con su gran amigo Henry Pava Camelo, dirigió varias estaciones
radiales, vendió publicidad a cuanto gerente y establecimiento de comercio
podía encontrar. Conoció gente importante, Julio César Turbay Ayala, Andrés
Pastrana Arango entre otros. Su primera inexperiencia, dice él, fue cuando no
activó el botón de la grabadora que daba sonido al micrófono del candidato
Álvaro Gómez Hurtado, quien en campaña visitó Girardot, en donde don Hernán era
director de la emisora de los Pava. Al sentarse a escuchar el discurso, no sonó,
pero luego se solucionó la situación, cuando el mismo candidato se sentó a
grabar con él, apartes de su discurso.
Me contó también, de sus éxitos y sus tristezas, de su forma de ver la vida. Para muchos, como él mismo lo dice, puede ser negativo, pero él tiene una muy buena excusa: “Sólo se produce energía cuando hay positivo y negativo”. “Yo le veo lo malo a lo bueno, pero también lo bueno a lo malo”. Me puso de ejemplo una rosa y un niño. “Lo malo, que la rosa tiene espinas y es posible que el niño se lastime la mano si la coge, lo bueno es que si le mira lo malo, va a tener cuidado para tomarla, de lo contrario sí se va a lastimar creyendo que nada le pasará”.
Y así es su vida, llena de cosas malas a las que les ve lo bueno y cosas
buenas a las que les ve lo malo. Hijo de un militar de la policía, ha sido lo
contrario a su padre, muy permisivo, pero sin esperar lo malo para sus hijos.
De los medios de comunicación dice: “No son el cuarto poder, son el
primero. Son capaces de llevar al éxito total o acabar y destruir una nación
entera”. Lamenta lo que ha pasado con los medios de comunicación, no está de
acuerdo con la monopolización de los medios. “Los grandes pulpos, no permiten
el desarrollo de la Radio Regional”.
Con voz animada, recargado de energía que no me explico de dónde saca, me
cuenta que para él las personas que trabajan en radio, son todas muy
importantes, desde el control, el técnico, el administrativo, el
transmisorista, la señora de los tintos y el aseo, ellos son quienes hacen posible
que la radio llegue a cada lugar donde hay un receptor. Habla de cómo la radio
pasó del acetato y los cartuchos, a los programas de computador, a la nueva era
de la tecnología y la comunicación.
Terminando la entrevista, con ojos de niño ansioso por destapar un
regalo, me cuenta más de su vida. Ahí entiendo que don Hernán Barrera
Díazgrnados, no debería estar en una silla esperando que la parca venga a
tomarlo en sus helados brazos, debería estar frente a quienes aspiramos a ser
los mejores en nuestro oficio pero que no conocemos el arte de hacer Radio.
“Con los adultos me comprendo muy poco, pero me fascina hablar con los
niños y los jóvenes, los niños son las únicas mentes sanas que no vienen con
cizañas, con chismes o con intrigas”. Dice don Hernán.
Hablar con él me trajo a la mente muchos recuerdos, sobre todo de mi
papá, vino a mi mente una escena en la que mi personaje a entrevistar no era
él, sino mi papá, pero la entrevista que le hacía, era como si se la hiciera a
él. No era mi papá, pero al despedirme de él, luego de un largo día, una tarde
entera sin hacer chichí, reposar bajo un árbol que hay frente a su casa y remojar la palabra en agüita, cayó la noche
sin afán de irme.
He sentido en mi vida cuatro veces un dolor en el pecho que no me deja
más que tristeza y llanto. Luego de dejarlo en su habitual lugar dentro de la
casa, en su silla, con su familia, tuve la sensación de que me despedía de un
ser muy querido que talvez no volvía a ver. Al dar mi espalda hacia la casa,
solté en llanto, un llanto de impotencia, un llanto de nostalgia, un llanto de
no te olvido, un llanto de no me dejes.
No imaginé sentirme así de triste por abandonar temporalmente a don
Hernán, no quise dejarlo ahí, no creo que me canse de escuchar todas sus
historias de vida, de su elegancia en el hablar, de su irónica forma de pensar,
o de sus célebres frases, algunas propias y otras como de algún chino de la
China o de algún rincón de la Colombia que se recorrió don Hernán. “Lo que se
oye, se olvida; lo que se oye y se ve, se recuerda; lo que se oye, se ve y se
hace, se aprende”.
Me pregunto si en esa emisora que tiene San Pedro en el cielo, don Hernán
irá a dirigir, Henry Pava a gerenciar, mi papá a grabar, los periodistas que ya
no están a entrevistar a Dios y yo a visitar. Don Hernán no ha vivido por
ignorante, ha vivido por dejar de ignorar tantas cosas que nosotros ignoramos.
Tiene muchas cosas que enseñar y mucho por contar.
Lo imagino presentando a Los Corraleros de Majagual, la Billos Caracas
Boys, a Pastor López y a muchos otros artistas que a pulmón ponían las fiestas
de todo el país a reventar. “Cuando dos personas están de acuerdo en todo, solo
una es la que está pensando”, dice don Hernán para seguir argumentando su humor
negro y su jocosa forma de ver la vida.
“Más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Don Hernán sabe mucho de
producir radio, pero radio de la buena. Cuando quieran, a la hora que quieran,
así nada más como las mujeres de vida alegre que esperan cliente, así espera
don Hernán mi próxima visita, la visita de una brisa fresca que le haga
recordar con esa asombrosa facilidad, más nombres, más lugares, más historias,
más de su vida.
Ya no me importa esta crónica, no me importa la nota, me importa la
experiencia vivida ese día bajo el árbol, sin chichí y sin más que el estilo de
hablar y la voz llena de historia de don Hernán Barrera Díazgranados. Aprendí a
valorar las cosas pequeñas y las grandes, que la vida es una sola y las
oportunidades llegan y se van. No perdamos el tiempo muchachos y no nos
perdamos con él.
“Es importante poner a trabajar el cerebro, antes de poner a trabajar la
lengua”, esto les manda decir don Hernán.
maropirocu
maropirocu
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