LA
MADRID, ANTES DE LA MADRID
(Pilar Romero Culma)
“Aves surcando el cielo
azuli…to azulito, despejado e infinito sin más, que la sensación de libertad
que se respira bajo él; música de la mejor, de la que sólo se escucha cuando no
hay motores, bullicio o platos rotos, de esa en la que los intérpretes son
talentos natos que no necesitan perfeccionar su habilidad al pasar del tiempo”.
“Aquí abajo, en este otro
infinito de color en donde las palmas y los árboles suavemente bailan al son
que les toquen, el piso se mueve tan lento que no se ve pero se siente,
espectadores en todas direcciones se preguntan con un toque de indiferencia por
los extraños que van llegando”.
“Mientras las chucuas
(como se le conoce popularmente a los pantanos) se van secando y los emigrantes
dejan de vivir en el pasado para comenzar una nueva vida lejos, quien sabe
dónde, se comienzan a escuchar otras melodías cantadas por máquinas espantosas
que encabezan una marcha que no tiene vuelta atrás”.
Así debió ser el día en
que a La Madrid llegaron las retroescabadoras y las niveladoras para dar inicio
a los proyectos de vivienda de interés social que ahora benefician a muchas
familias de Villavicencio, cuando se silenció un auditorio de fauna y flora
como muchos otros que aún se ven en el puro llano.
En las manos de Oscar
Soto se evidencia el trabajo con la tierra, un dedo índice que comienza a
entumirse de tanto enrollarse en la oreja del pocillo de tinto; escaso de pelo,
pero rucio con el sol en la piel, cuenta una y otra vez cómo era La Madrid
cuando llegó:
-
“Cuando
llegué a la Madrid, esto estaba lleno de chucuas, humedales, fauna y flora. Y
me ha tocado ver como los han secado y rellenado para construir viviendas”.
La extensa finca La
Madrid fue vendida por el señor Elías Solano al municipio de Villavicencio
durante el gobierno de Omar López Robayo[1]. Con pocillo en mano,
Oscar habla de la importancia de los humedales, de las escenas que una y otra
vez reproduce en su cabeza para recordar cómo era todo en La Madrid antes de
ser La Madrid:
-
“Mucho antes de que iniciara el
programa de vivienda de Omar López Robayo, aquí habían aproximadamente 40
humedales que se han secado por la intervención de las constructoras, el
humedal que queda y que gracias a la comunidad se ha logrado conservar hasta
ahora es el humedal La Madrid, además tenemos otra lucha con caño Zuria que
queda aquí no más”.
Mientras echa su mirada hacia el
bloque de apartamentos que tiene en frente de su vivero continúa haciendo
memoria. Oscar podía ver los osos
palmeros llegar a dormir en un pequeño bosque que había por la parte de abajo donde
ahora están los bloques de apartamentos que el gobierno nacional construyó para
otro tanto de soluciones de vivienda. Pero no eran solo los osos palmeros, los
micos, una que otra tortuga y hasta un tigrillo que de vez en cuando se turnaba
con una especie de zorro para dejarse ver. Volviendo al tinto Oscar afirma:
-
“Con todo lo que se ha construido en
la actualidad y lo que falta por construir, veo negro el panorama para esta
zona. Ahora Cormacarena quiere quitarle 50 metros de los 80 que tiene el
humedal y delimitar para poder conservarlo al igual que a caño Zuria”.
Lo que le da tristeza a
Oscar Soto es que sea una entidad encargada de la protección del medio ambiente
y de los recursos, la que le quiera reducir el área de amortiguación que tiene
el humedal y de paso ir abriéndole camino a la constructora MC[2] para que continúe en los 8
metros que ya le acomodaron al caño.
-
“Estamos esperando llegar a un
acuerdo con Cormacarena[3],
la constructora MC y hasta con la curaduría que otorgó las licencias de
construcción a ver si no nos quitan los 50 metros. Mucha gente protestó y hasta
se encadenó esperando una reacción inmediata de la administración municipal
hace unos días, pero solo fueron pañitos de agua, tal vez con esos pañitos
creen que no se va a secar el humedal”.
Alrededor de Oscar Soto
hay verde, mucho verde, verde del que sobresalen los colores de las flores y
plantas que hay en su vivero. No es beneficiario de ningún programa de vivienda
del gobierno, porque no lo necesita. ¡Qué mejor vivienda que la que tiene en
medio de la naturaleza y el arrullo de los pájaros que aún llegan al lugar!
Vive feliz en su pedazo
de tierra, no envidia la suerte de las familias beneficiadas con las viviendas,
pues desde su experiencia y sabiduría de casi abuelo, no augura nada bueno para
las construcciones que hay en la zona. Apelando a su poder adivinador asegura:
-
“Yo le pongo a estos bloques de
apartamentos que construyó el gobierno nacional unos 10 años para que ya no
existan, están construidos sobre terreno húmedo. Después de ver como rellenaron
y montaron bases no creo que la inversión dure mucho. O quien sabe, puede que
el que no dure mucho sea yo o el humedal”.
Voltea a ver sobre su
hombro derecho y se afana por que quede un registro fotográfico del humedal
para un futuro incierto, pero que ha de llegar. Al llegar allí se despeja el
cielo y de él baja un “rayito” de sol para adornar el humedal precisamente para
la foto. Mientras el humedal posa, Oscar Soto vuelve su atención al tema de
caño Zuria:
-
“Lo que duele y yo sé que a muchos,
es que en este país, sobre todo aquí en este municipio no hay sentido de
pertenencia, lo digo por las personas que viven en las orillas de los caños o
de los humedales, por el señor que le da por aprovechar el terreno y meterle
platanito o cualquier otra cosita, por la señora que alimenta a los animalitos
tirando los pañales del bebé creyendo que la mierda se come, del que ni
siquiera le hace hueco al perrito muerto porque considera que la sepultura solo
será para él y sobre todo, de los terratenientes y el gobierno”.
A pesar de que no está en
contra de la urbanización y el desarrollo de la población, lamenta que como La
Madrid, otras zonas se vayan ocupando para la expansión de una especie a la que
poco le importan las otras, que las entidades encargadas de la protección del
medio ambiente como Cormacarena no tengan la suficiente autonomía para tomar
decisiones tan importantes como la de hacer respetar el verde que aún tiene a
sus pies ese azul infinito que cuando se enoja
enciende y cuando entristece llora.
Cuando La Madrid era La
Madrid, también tenía habitantes, no pagaban arriendo pero cuidaban, no hacían
mercado pero comían, no trabajaban pero paseaban. Dormir, comer, reproducirse,
morirse o ser comido, no tener patrones y ser los dueños del lugar…el sueño de
cualquier ser humano…así se vive en la naturaleza. Con los ojos nublados como
cuando va a llover dice que nunca ha podido entender muchas cosas de la vida y
se voltea hacia el humedal mientras lo abandona diciendo:
-
“¿Por qué los seres humanos no hemos
entendido que no estamos por encima de la madre naturaleza, que es ella quien
nos ha permitido y en muchas ocasiones prohibido el uso y abuso de los
recursos? ¿Qué tiene que pasar para que el hombre use toda su energía e
inteligencia en cuidar su entorno en lugar de irlo acabando, con la excusa de
dar solución a problemas que sólo él mismo se ha buscado?”.
“Lo hecho, hecho está” ¿Cuánto
tiempo le quedará a esta finca llamada Llanos Orientales de Colombia, para seguir
siendo lo que es? Que esto no sea lo único que nos quede: ¡Ah llano cuando era
llano![4]
[1]
Exalcalde de Villavicencio (2001-2003), asesinado en 2004.
[2]
Contratista encargada de los proyectos de vivienda la Madrid y 13 de Mayo.
[3]
Corporación para el desarrollo sostenible del área de manejo especial la
Macarena.
[4] Frase
muy conocida del folclor llanero. Llano y leyenda, canción de Omar Moreno
arpista y compositor de Achaguas, Venezuela.
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